Pachi López tiene encaste de exprofesor de Ética enrollado que presentara ahora un concurso en Antena 3, de los que dan paso a publicidad apuntando con ambos índices a la cámara diciendo: «Volvemos en tres minutos. Y no nos fallen, que paso lista». (Guiño, guiño). Cuando llega al atril de la sala de prensa del Congreso para defender lo contrario de lo que piensa sobreactúa la seguridad en sí mismo que no tiene, la experiencia que le falta y la autoridad que ha perdido, como aquel verso de Quevedo al Doctor don Juan Pérez de Montalbán: «El doctor, tú te lo pones, el Montalbán no lo tienes, con que, quitándote el don, vienes a quedar Juan Pérez». O Pachi López, vamos, que viene a ser lo mismo: la nada con remordimientos.

Se ha quitado la corbata para salvar al mundo, como su jefe, al cual desprecia profundamente. Me he revisado los vídeos de las primarias de 2017 entre los Tres Tenores y no deja lugar a dudas: Pachi siente por Pedro un profundo desprecio. Porque hay sentimientos reversibles, como el amor. Pero el desprecio no es uno de ellos. Del desprecio no se vuelve nunca. Aunque supongo que el desprecio más profundo lo siente por él mismo al haber terminado su carrera al servicio de ese hombre, precisamente de ese. Como todos los conversos, Pachi es el que con más vehemencia defiende las posiciones contrarias a las que mantuvo, para despejar toda duda y limpiar la mácula, el pecado original de no ser sanchista de primera hora. Y hace lo que tenga que hacer. Le quedan dos o tres años para jubilarse y no es momento de jugarse la pensión máxima por una tontería como los principios. Me recuerda a otro converso, Juan de Lucena, que en su ‘Epístola exhortatoria a las Letras’ decía: «Jugaba el rey, éramos todos tahúres: estudia la reina, somos ahora estudiantes». Vamos, que lo que haga falta para agradar al que manda. Nada une tanto como el pesebre.

Entonces agarra los micrófonos para colocarlos a su altura, como si estuviera tranquilo y fuera para él poco más que rutina traicionar sus principios y anunciar que la sedición ahora es guay. Gesticula y no para de hablar, seguramente para no escuchar a su conciencia vomitando en el baño. Y Pachi se pregunta para qué sirve el PP. Pues mira, Pachi, sirve para que tú seas ‘lehendakari’ a cambio de nada, ¿recuerdas? Porque el nacionalismo era para ti el mal hasta antes de ayer. «A ver, Pedro, ¿qué es una nación?», le decías con cara de estar a punto de tirarle el ‘Manual de Derecho Constitucional’ a la cabeza. Y Pedro, en un acto de sadismo inhumano, te lo hace pagar haciendo que seas tú y no otro quien salga a defender los golpes de Estado de los nacionalistas al pueblo que le votó. No me extrañaría que, después de esto, te devolviera a Baracaldo entre risotadas socialdemócratas, culpándote de lo sucedido, como al exministro Juan Carlos Campo del indulto. Y quizá te cante eso de «Pedro Navaja, matón de esquina, el que a hierro mata, a hierro termina». Tampoco me extrañaría que le dieras las palmas.

(Esta columna se publicó en ABC el 14 de noviembre de 2022. Disponible haciendo clic aquí).

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