Creo que fue a Les Luthiers a quienes oí decir que el mejor amigo del hombre no es el perro sino el chivo expiatorio. En España esto alcanza la dimensión de totem, como los toros de Guisando. El Chivo Expiatorio, expiando, espiado, esputado de bilis rojigualda.
Me da igual si fue el exceso de velocidad, si falló el protocolo, si no se puso en marcha el sistema de frenada, si había presión por el horario, si al tío le gusta pisarle o si la culpa es del ancho ibérico (siempre me viene a la cabeza Alfredo Landa). Me da igual si el tío decía a sus colegas en facebook que un AVE puede ir a 200 km/h. Me da igual. Este tipo será un irresponsable, un descerebrado, un negligente o todo eso junto. Pero no es un asesino, el muy chivo.
No es Bretón. Ni Josu Ternera. Es un pobre hombre y un pésimo maquinista. Y ser un pésimo maquinista tiene consecuencias trágicas.
Como Clark Kent y su alter ego Superman, Francisco José Garzón Amo es El Maquinista cuando se disfraza de Chivo. A nadie le importa Francisco José, Paco, Paquito. Paquito Garzón. La hiel es para EL PUTO MAQUINISTA. Porque necesitamos ofrecer a los dioses un culpable con cuyo sacrificio expiar simbólicamente todos los pecados de todo Israel.
No quiero pensar en el dolor de los miles de personas que han perdido a alguien en este accidente. No puedo ponerme en el lugar de un padre que haya perdido a su hija. No puedo porque me resulta demasiado fácil, y estoy instalado en esos zapatos de forma permanente. Ser padre es vivir acojonado.
No hay consuelo ni lo habrá. No hay palabras ni hay nada más que dolor crudo e insoportable. Una vida arrancada. Ochenta vidas mutiladas en una curva de mierda, del modo más absurdo. Nada puedo decir a esa gente.
Pero si que puedo decir una cosa al resto de españolitos, que entre raja de melón y cesped de piscina, piden sangre y venganza del modo más macarra y sobreactuado que he visto en mi vida. Digo piedad. Digo clase. Grandeza. Generosidad.
Que pague, sí. Que pague si es que tiene que pagar, pero que lo haga con dignidad, entre el silencio y el olvido, no entre el ensañamiento de un pueblo mediocre. Que me condene un juez, pero que no me condene esta turba de mediocres fanáticos despiadados.
Ninguna pena que se le imponga será mayor que la que él tiene hoy. No me puedo ni imaginar lo que tiene que ser vivir con ochenta cadáveres a tus espaldas el resto de tu vida. La peor resaca jamás sufrida por el hombre de modo eterno. Eso el infierno. Y ahí va a estar instalado si es capaz de seguir viviendo. Todo eso por un error, al final del trayecto que había hecho cientos de veces. Solo un error, una vez.
Sólo uno. 1.
Piénsalo.
NOTA: San Manuel Bueno, Mártir. Nihil novum sub sole.