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Si Zerolo tiene una plaza, todos podemos aspirar a nuestra propia Avenida. Si Zerolo lo ha conseguido, se puede. Sí, se puede. El mensaje motivacional es claro: cada español de izquierdas ya puede tener no solo su momento de gloria wharholiano sino además dar nombre a un boulevard o a una plaza de nueva creación, con su fuente y con palomas de la paz picoteando pan sin gluten.

Vázquez de Mella ha perdido el honor, total, solo fue el primer parlamentario en pedir el voto femenino, qué es eso al lado de Zerolo, cuyo mayor logro conocido es ser buena gente y gay. Nada, no significa nada. Dentro de no mucho podremos ver la Avinguda Josep Guardiola o el Carrer del Señor Casamajor. O quizá nos encontremos tomando la salida en la Glorieta del perro Excalibur, porque Excalibur es de izquierdas. Todos sabemos que el Ébola es de derechas, como la muerte, como el petróleo, como las hienas, por lo que su víctima es víctima de la derecha, ergo de izquierdas. De izquierdas también los pájaros, la primavera y los manantiales.

A ver si nos enteramos. La izquierda es el bien, el bien absoluto, reúne todos los valores buenos y por lo tanto a ella le corresponde poner y dar nombre a las calles, aunque a veces se les cuele algún que otro fusilamiento del pasado, ahí está la Plaza Dolores Ibarruri. En Paracuellos tienen que estar encantados. La Pasionaria, por cierto, que se convirtió en el lecho del muerte al catolicismo, como se enteren estos le quitan la plaza y se la dan digamos que a los Héroes del Aborto que son mucho mejores que los Héroes del Alcázar de Toledo, dónde va a parar. Puestos a matar, mejor a un feto que a un votante de izquierdas.

A mí, que quiten los nombres franquistas de las calles, me parece bien, no me hace ni puta gracia pasear por la calle Francisco Franco, pero tampoco me gusta pasar delante de una estatua de Napoleón y no me planteo quitarla. Pienso llevar a mi hija al Valle de los Caídos para poder explicarla las atrocidades que ambos bandos hicieron en este país y por qué cuando la gente se fanatiza hace barbaridades como matarse entre hermanos. De cualquier modo, estoy a favor de quitar las calles a todos los que tuvieron alguna culpa en la guerra civil y en la dictadura y creo que las familias tienen el derecho de intentar dar sepultura digna a sus muertos, muchos hoy en cunetas. Muertos de ambos bandos, no de uno. Un liberal, es decir, una persona de derechas, no puede más que estar en contra de la dictadura, de cualquiera, pero da igual, hay que explicarlo siempre. Hay gente de izquierdas tan amante de la libertad que aún no sabe que es de derechas.

Entre todas las víctimas del franquismo merece la pena resaltar el caso de José Antonio, ese primer indignado, el cabecilla del 11M de entonces. El anticapitalista y antiberal José Antonio, asesinado por Franco es la única víctima del franquismo que no puede tener plazas ni calles porque es franquista, igualando a víctima y a verdugo. Igual que Calvo Sotelo, cuyo gran pecado fue ser asesinado por socialistas, así que le quitamos la calle. A quien se le ocurre dejarse matar.

Solemos decir que en este país no cabe un tonto más, pero desgraciadamente la realidad viene a recordarnos cada día cuan equivocados estamos. Siempre hay hueco para un tonto más. Este país es un oasis para aquel que no tenga ni puta idea de historia y no tenga ninguna gana de aprenderla. Es un paraíso para quien se limite a ocupar los espacios comunes en los que pueda sentarse a repetir tranquilamente soflamas y eslóganes políticamente correctos. Mejores cuanto más alejados de la verdad de la historia. Más brillantes cuanto más alto suene el rebuzno. Dentro de poco veremos cambiar los leones del congreso por gatitos y el águila de Patmos de Isabel la Católica por un periquito en tonos rosa palo. DefCon Dos tenían razón: “España ya no es roja, España no es azul. España ahora y siempre es negra como el betún”. País.

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