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Sánchez lo tiene fácil porque solo se le exige una cosa: no ser Rajoy. No ser Rajoy es relativamente sencillo los sábados por la noche, cuando uno se debate entre ponerse la camisa más blanca y más nueva para visitar un estrella Michelín o ponerse la camiseta más negra y más vieja para beber cervezas directamente del botellín, así en plan bolivariano. Cuando uno no es Rajoy, decía, la vida es un sábado por la noche muy largo, entre la estrella Michelin y los botellines a morro, entre la camisa y la camiseta, entre la manifa y el plató, entre lo que besamos a unos niños y denunciamos el concordato.

No ser Rajoy es algo un poco más difícil cuando llegan las responsabilidades y cambiamos la adrenalina del sábado noche por el tedio del martes por la mañana y el elegante blanco y negro por un gris funcionario. Así, no ser Rajoy, es un poco más difícil cuando en lugar de recibir consejos de tus colegas en la barra del bar los empiezas a recibir por parte de una legión de diplomáticos, abogados del estado, agentes del CNI, jefes de Estado Mayor, ministros, militares de la OTAN, primeros ministros de la Unión Europea, expertos de la OMC, altos funcionarios del Banco Central Europeo, miembros del Consejo de Estado, parlamentarios del Parlamento Europeo, economistas del G20, comisarios de Bruselas, directivos del FMI o consultores del Banco Mundial. Yo supongo que cuando a uno le da consejos esta gente se le empieza a poner una cara de Mariano que no puede con ella.

También supongo que te entran dudas y si bajo impuestos tengo que hacer recortes y se me echan encima. Y si no hago recortes tengo que subir impuestos y también se me echan encima y o cumplo con Maastricht o subo la calefacción, pero hay que tomar decisiones y las decisiones serias se toman con cara de acelga y acento gallego, cenando sopa y pescado hervido. De repente no puedes soltar la primera tontería efectista que se te ocurra sin que pase nada ni recurrir a la demagogia más patética de modo gratuito. No puedes ya estar de acuerdo a la vez con tu cuñao el de la bandera de España y con el colega ese que ha puesto la foto de Evaristo en Facebook.

Da igual, creo que a Sánchez le puede bastar con un largo fin de semana y limitarse a no ser Rajoy porque a gran parte de su electorado no le hacen falta resultados, ni datos, ni primas de riesgo. Solo le hace falta no ser Rajoy. Y como lo sabe, como eso lo tiene ganado y no hay urgencias, traicionará a todo el mundo como buen partido de gobierno, traicionará a todos como hacen los grandes líderes, traicionará hasta a su último socio -espero que empiece por el PNV- porque está en su naturaleza.

Es duro hacerse mayor y España es un adolescente eterno. Votamos a la izquierda, nos arruina, votamos a la derecha nos defrauda, votamos a la izquierda, nos roba, votamos a la derecha, nos aburrimos. Y así. Pero sucede que algún día tienes que madurar y elegir o diversión o estabilidad, o estrella Michelín o botellines a morro, o pijama o Evaristo, o aburrirse un poco o morirse de hambre y de cirrosis. Esto es la vida.

Me temo que tendremos lo que pedimos y ese será nuestro castigo.

 

 

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