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Hay que ver qué bien le ha venido al festival la llegada de la lluvia. Por fin nuestros cinéfilos podrán sacar el atuendo oficial que inauguran cada año por SEMINCI; por fin aparece el gabán, la boina y el paraguas, por fin salen del armario las gabardinas y los jerséis de cuello alto y podremos ver cómo se suben muy muy despacio las solapas del abrigo al salir del cine en un plano contrapicado, con un humo denso saliendo del cigarro mientras la lluvia cae lánguida al fondo. Por fin podremos verlos vivir en una escena de Ingmar Bergman, llenando las calles de nuestra ciudad de inmensos planos secuencia y miradas eternas. SEMINCI es la apoteosis del ‘cultureta’, ese hombre con gafas para la hipermetropía, esa mujer que hojea a Verlaine en francés, esta pareja que, en ‘El Minuto’, conversa a mi lado sobre el revival del cine de paleto lento mientras mi cabeza coloca por debajo los subtítulos.

Valladolid estos días no es gris, es que la vemos en blanco y negro, y lo digo yo, a quien el cine le resulta tan ajeno como a otros un libro. O una iglesia. No me interesan demasiado las artes escénicas y lo admito. No pasa nada, hay otras manifestaciones culturales en las que me siento como pez en el agua. Lo importante es no fingir ser lo que no se es, no hacerse pasar por heredero de Mastroianni y que nuestro homenaje sea conceptual, vía vermú. Algo raro, lo reconozco, esta es una ciudad de cine y de teatro. Y, sobre todo, de actores; aquí cada uno nos sabemos secundarios del festival e intentamos integrarnos en la gran peli para no cortar el rollo a los ‘seminceros’. La ciudad está en su mejor momento y hasta el silencio de algunos parece sacado de una peli muda. Y qué bien estarían algunos mudos… De hecho, aprovecho estas líneas para pedir una iniciativa legislativa popular que lleve al congreso una reforma del código penal que permita tipificar como delito la mala pronunciación del nombre de festival, esa gente que dice que adora la ‘Seminchi’, pronunciándolo en italiano, como si fueran a decir ‘Veni, Vidi, Vinci a Seminchi’. Aunque, bien pensado, quizá estén homenajeando a Mastroianni y simplemente yo no lo esté entendiendo.

(Esta columna fue publicada originalmente el 21 de octubre de 2019 en el suplemento especial de SEMINCI de El Norte de Castilla, dentro de la serie “El Outsider”. Disponible aquí).

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