1. Mañana voy a hacerme análisis de sangre y de orina. Es posible que lleve diez años sin ningún tipo de análisis, control ni visita al médico. Porque nunca me pasa nada, claro, siempre me encuentro bien. Sin embargo, el otro día, un cliente en una comida, al enterarse de esto, me recordó que tenía una hija. Me lo dijo con una cara como de asco, mezclando conmiseración y condescendencia, y me tocó bastante los cojones. Así que fui al médico, pero por despecho, porque se estaba poniendo en duda mi figura como padre, no por mi salud. El médico me preguntó que qué me pasaba y le dije que nada, simplemente que tenía una hija y un cliente. Me miró con la misma cara de asco pero con algo de comprensión e incluso de desprecio y me mandó hacer unos análisis que, por supuesto, me tienen asustado. Así que me paso el día intentando engañar a mi organismo, bebiendo té depurativo, caminando quince kilómetros por la ciudad para expiar mis culpas y comiendo como un vegano desganado en las puertas de una cumbre por el clima. Sé que no puedo engañar a la sangre ni a la orina y que es demasiado tarde para casi todo, pero no puedo evitar intentarlo, soy estudiante de última hora y esto es como estudiar la noche antes, como limpiar antes de que venga la chica de la limpieza o como vender las acciones cuando ya han tocado fondo. Y para más narices me entero que a un amigo le ha dado un infarto y lo puede contar de milagro. El día antes de los análisis es como el día antes de selectividad. Un examen definitivo a tu modo de vida que, por supuesto, aprobaré. Como siempre, por los pelos.
  2. Ya había abandonado facebook hace mucho, pero hoy he abandonado twitter. Necesito volver a lo real, escribir de lo que veo, de lo tangible, de lo que llega a mí a través de mis sentidos y aislarme de todo ese mundo virtual lleno de odio, de desprecio y de violencia verbal de la que, sin querer, acabo formando parte. No quiero enterarme de nada, no quiero saber más que de aquello que tengo alcance, como mi gato. Para informarme, una vez al día, leo prensa escrita, sin comentarios de lectores. Y punto, lo que no venga en la prensa no lo sabré nunca. Ni tele ni radio ni nada. Mi vida es una experiencia única y ha de seguir siéndolo, no puedo tener una vida ‘franquiciada’ que consuma lo mismo que otras muchas, porque creo que es antinatural y perjudicial. He dejado a alguien encargado de colgar los links a los artículos de pago en ABC y en El Norte, por deferencia a la gente que, de buena fe, solo quiere estar enterada de cuando escribo. Me pagan por ello. Pero necesito poner distancia con los temas y los estímulos de quienes quieren colonizar nuestra mente y de la mala gente. En mi vida no está y no tengo porque tenerla cerca en una red social. Para ser libre y único he de escribir desde la experiencia, no desde la reacción. Quiero elegir temas con el corazón y desde la inquietud que despierta una reflexión y no respondiendo a un algoritmo macarra y tonto que me irrita. Y, por supuesto, alejarme del linchamiento diario. Nadie debe acostumbrarse a eso. Es pernicioso e insano.
  3. Rezando en la Vera Cruz ante el Ecce Homo, que es Jesús humillado, despreciado y presentado desnudo ante un pueblo hostil, con una corona de espinas, una caña en la mano y un manto regio a modo de burla pienso que si Jesús sufrió la humillación y la injusticia siendo Dios, el resto solo podemos aguantar las humillaciones, desprecios e insultos y seguir adelante como Él hizo. El Padrenuestro lo deja claro: mi labor es perdonar a quien me ofende. La suya, librarme del mal y perdonarme. El reto es aceptar su voluntad y rezar por quienes me hacen daño. «Lo vimos después despreciado, y el desecho de los hombres, varón de dolores, y que sabe lo que es padecer, y su rostro, cubierto de vergüenza y afrentado (…) y con sus moratones fuimos nosotros curados (…) llevado a la muerte como una oveja, y que estaría en silencio, y mudo, como un cordero» (Is. 53, 3-7).
  4. Cervantes usa esa figura, creo, en El Quijote, en el capítulo en el que que acaba admitiendo que sus elogios a Barcelona, lo son aunque «los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre». Porque, como siempre, los que allí parecían amigos, no lo fueron. Y respondieron a los elogios con desprecio. Y se burlaban de él, tirándolo de Rocinante, convirtiéndolo en un hazmerreir y en un juego de los bobos para disfrute de los crueles. Y lo sacan después al balcón para mostrarlo y que se rían de él, y lo pasean por las calles sobre un burro, vestido con un balandrán en pleno junio y un pergamino en el que se leía «este es Don Quijote de la Mancha», lo que nos lleva inexorablemente a Jesús ante la muchedumbre y a ese Ecce Homo vestido con la túnica púrpura y con su INRI a cuestas. Y le hicieron bailar para reírse de él hasta que tuvo que sentarse en el suelo, molido y roto el cuerpo y más aún el alma. Y es vencido por el Caballero de la Blanca Luna, Sansón Carrasco, el manchego bachiller por Salamanca.  Los mismos vuelven a responder a la generosidad con desprecio. Pero si nos vencen los más necios es que ya los hemos ganado. ¡Viva Don Quijote derrotado!
  5. Leyendo ‘La esquina del mundo’, de Mylene Fernández Pintado, una autora cubana que descubrí gracias a un relato que ganó un premio en un certamen de NH Hoteles. La trama de la novela me da exactamente igual, no sé si es una historia de amor o una crítica al comunismo, pero me da igual, Mylene escribe como los ángeles y tiene un estilo prodigioso que me viene muy bien. Es una gran maestra cuyos libros son muy difíciles de encontrar porque no ha tenido mucho éxito. Tengo la sensación de que tampoco lo ha perseguido.
  6. Lamento mucho no poder acudir a Sevilla a la ceremonia de entrega del premio ‘Joaquín Romero Murube’ a la que he sido invitado. Todo lo que tenga que ver con Sevilla y con el ABC de Sevilla siempre tiene un lugar privilegiado dentro de mi. De algún modo representa todo lo que quiero ser y es un lugar de calma y arte que me recuerda de qué va esto entre tanto majadero enfermo de odio. Y tanto Alberto García Reyes como Álvaro Rodríguez Guitart me tratan como Dios, la última vez fue un escándalo. Me hacen sentir en mi casa, pero como si mi casa fuera el cielo. El día 21 de noviembre también me ha invitado Ignacio Camacho a su ceremonia de ingreso en la Real Academia de las Artes de Sevilla. Me temo que será muy complicado pero haré lo posible. Si Valladolid es mi lugar en el mundo como persona, Sevilla lo es como escritor. Allí actúo como mi ideal de mí mismo. No creo que haya ninguna vida mejor que ser columnista de ABC en Sevilla.
  7. Pienso en el talento gigantesco de Juan Antonio Canta, que se ahorcó en vísperas de Nochebuena hace más de veinticinco años. Sus canciones dejan ver una personalidad y una sensibilidad enormes. Estoy convencido que, de seguir vivo, habría sido un artista de culto muy reconocido. Me entra una pena enorme cuando pienso en el dolor que tuvo que sentir una persona de solo treinta años para decidir acabar con todo de esa manera. Y cuando, sabiendo el final de su vida, reescuchas sus canciones, la pena se convierte en culpa. No le supimos entender. Nadie escuchó sus gritos de auxilio.
  8. Esta noche he pensado que realmente somos eternos. No hablo del alma, hablo del cuerpo. Te mueres pero sigues ahí, en una tumba. No desapareces, sigues siendo algo físico, existes. Lo único que no tienes es conciencia de existir, pero existes, ontológicamente eres un ser con dimensiones que no difiere mucho de uno dormido. Entonces, quizá, a lo que llamamos vivir es solo a la conciencia de estar vivo. Pero existir no puede ser lo mismo que tener conciencia de existir. Un cadáver existe y no tiene conciencia de existir. Una persona en coma tampoco tiene conciencia de existir y, en cambio, está viva. Sospecho que la conciencia de existir es un fallo de nuestro cerebro que nos hace pensar que todo acaba cuando acaba la actividad cerebral. Cada día soy más optimista.
  9. Me gustaría saber cómo viviría un fontanero, un cirujano vascular, un funcionario del registro o un transportista si todos los días tuviera a media España juzgando su trabajo. Y no solo juzgándolo sino insultándole, amenazándole e incluso deseándole públicamente la muerte ante los ojos de su madre, hija y novia. Pues ese es el día a día de un columnista. Y de un delantero del Atletico de Madrid. No es muy agradable.
  10. Paradójicamente la gente me para por la calle para darme la enhorabuena por mis textos de modo constante. Es curioso: los halagos en persona, los odios siempre detrás del burladero.
  11. Lucía comienza a venir sola del instituto. Cada vez que llega a casa tras haber cogido un bus, haber pasado por casa de su madre para sacar a la perra y probablemente alguna actividad más entre medias, noto una sensación de victoria, de alivio, como si fuera para mi algo inesperado el hecho de que todo salga bien, sin incidentes y haya vuelto sana y salva. Decía no sé quién que tener un hijo es como tener siempre una cazuela en el fuego. Y es exactamente así.
  12. Si hay algo que me produce insatisfacción es no poder escribir un libro. Las ofertas se agolpan, hoy mismo he tenido otra y no sé cuántas van. Pero no estoy bien construido, no sé qué quiero, no he trabajado suficientemente mi perfil como autor, no tengo claro por dónde ir, no tengo una estructura de carrera y tengo mucho sentido del ridículo. Pero, sobre todo, no tengo el tipo de vida necesario para poder enfrentarme a un libro mientras publico en prensa cinco días a la semana, viajo, colaboro en un programa de radio, dirijo una agencia de marketing y crío a una niña. Un libro no se publica porque tengas una oferta. Un libro se escribe porque tienes la necesidad imperiosa de contar algo, como me dijo Ricardo Franco. Porque necesitas decirlo, porque tienes un motivo poderoso. Yo aún no lo he encontrado, no tengo claro a dónde quiero ir, todo ha sucedido tan rápido que existe un riesgo grande de tomar malas decisiones de las que no se vuelve fácilmente. Por ello, no tomo ninguna y simplemente saco adelante el día a día, como un burro con orejeras. Y esto, lejos de darme tranquilidad, me produce mucha frustración.
  13. Leo en el periódico que este fin de semana llega un ‘río atmosférico’. Antes se llamaba simplemente otoño. Supongo que las setas consecuentes serán una ‘erupción terrenal’. Qué cosas.
  14. Cuando anulan un gol, la gente que gritaba siente ridículo súbito, como si hubiesen estado engañados, como si se avergonzaran de su ingenuidad, algo así como cuando te enteras que los reyes son los padres y pones bigotes a tu cara de ilusión en los recuerdos.
  15. Termino ‘La esquina del mundo’. Tiene destellos, muchos destellos. Entre ellos, un gran destello final. Y un recuerdo mitológico de fondo de Penélope esperando a un Ulises antihéroe. El libro tiene algunas virtudes, no pocas. Y el estilo de Mylene es magistral. Pero no es suficiente. Como decía Serrat: «Me gusta todo de ti menos tú».
  16. Envidio a los antiguos maestros del columnismo, esos que enviaban un texto que se consumía en horas veinticuatro y nunca nadie podía volver a él de ningún modo porque se reducían a cenizas o a envoltorios de pescado. Ardían como las fallas. Se desvanecían como la espuma de mar. Y sobre todo: los cabrones podrían autoplagiarse.
  17. No existirían héroes si les hubieran colocado a cada uno una mujer al lado. Ese sentido común, esa practicidad absoluta, esa manera de ver las cosas tan extraordinariamente racional lo cambia todo.
  18. Hay una hora del día en la que los bares abren pero aún es de noche. O no, quizá la noche ya se haya ido pero definitivamente el día aun no ha llegado. Y la luz es artificial y amarilla. Y el aire es un aire ya respirado, un aire de habitación de hospital. Todo se pone en marcha lentamente y la barra parece un decorado. Pasa tiempo hasta que el espacio cobra vida, el aire antiguo muda en aire nuevo y la luz se vuelve real y blanca, como la luz de la esperanza y de la muerte.
  19. Cuando oigo el nombre de Brian Eno pienso en Brian pequeñito. En un ‘Brianino’.
  20. Si hay algo que me sigue haciendo ilusión cada día es escaparme del trabajo para tomar un vino, como si estuviera haciendo algo malo. Es un enganche fantástico con el mundo real, con la alegría de vivir, los placeres pequeños y el compromiso con vivir como caminaba Curro Romero. Muy despacio, gustándose, sintiendo. Se camina como se es.
  21. A mí me enseñó a hacer Carbonara mi amiga Giuseppina Crognale en Cinquina, que es un barrio de Roma. Lo hago al estilo de su abuela, su ‘nona’ que, por cierto, es una palabra judía de origen sefardí, es decir, español. La bordo, pero, no tanto como a la gente de ‘La Tavernetta’, cerca de la calle Génova, que son corsos y que me tienen loco. Sin duda la mejor de Madrid. Me encanta también su caponata, un escándalo. Me lo descubrió Pery, el director adjunto de ABC. Otro italiano fantástico es ‘Il Colombo’ una ostería veneciana con un rollo muy diferente que me enseñó Sostres. Mucho más sofisticada, menú top, pero igualmente estupenda. La comida italiana es una locura y va más allá de lo que se suele conocer. Y su vino y el embutido y su coctelería. En general, Italia es maravillosa. Estoy deseando volver, la verdad. Quizá en primavera.
  22. Me vuelven loco los Pixies. Son el eslabón perdido entre el punk y el grunge. Me inspiran muchas cosas y ninguna buena, lo cual me hace escribir como quiero escribir, es decir, más cerca del arte y de la literatura y menos del periodismo y las ideologías. Mi manera de ver esto tiene una carga de autoría muy grande, yo tengo un concepto de obra en todo lo que hago y si la pongo en periódicos es porque entiendo que aporto cosas diferentes al lector. Hay que mostrar el mundo, explicar lo que pasa en la calle, en las salas de exposiciones, en las plazas de toros, en los museos, en los locales de ensayo, en los bares y en los libros. La actualidad es más amplia que la política y la opinión tiene más de reflexión que de homilía. Escribo para explicar mi tiempo. Por eso no descarto en absoluto dejarlo cuando me canse, cuando mi manera de afrontar mi oficio no tenga sentido y sienta que no puedo hacer lo que quiero. Colgar los guantes en silencio, decir «hasta aquí hemos llegado» y retirarse sin hacer ruido. Y a otra cosa.
  23. Una de las tentaciones del diablo a Jesús fue que se librara de los problemas y el sufrimiento. Es decir, la zona de confort es una zona diabólica. Lo sagrado es, en todo caso, aceptar la voluntad de Dios. Y rezar para que el Espíritu Santo nos guíe e inspire. Sin cruz no hay Cristo.
  24. Comienzo ‘Época de idiotas’, de Armando Zerolo. Leo despacio, Armando es muy interesante pero muy complejo. No quiero perderme nada. Promete.
  25. Lo mejor de escribir crónicas en vez de columnas es que no hay que elegir tema. Vas, miras, lo pasas por el tamiz de tu sensibilidad y lo sueltas. Y, además, me pone bastante el hecho que haya cuarenta personas de cuarenta medios a tu lado escribiendo sobre lo mismo y yo tenga que ser mejor que ellos y más rápido, para que los lectores de ABC lo tengan antes y mejor que el resto. Es lo más cerca del deporte que un escritor puede estar. Me encanta esa competitividad. La respuesta suele ser indiferencia. Pero me esfuerzo mucho.
  26. Estoy siempre cansado. No es un cansancio físico, es más bien sueño, pero sueño de verdad, de cerrar los ojos y dormir. Y da igual lo que haya dormido el día antes. Es un cansancio mental crónico, unas ganas de desconectar por un tiempo. Llevo tres o cuatro años sin vacaciones. Y sin un fin de semana libre. Solo quiero irme a un pueblo, desconectar todos los aparatos electrónicos y dar paseos.
  27. En un mundo con móviles, el único sentido del telefonillo de los portales es destrozar las siestas.
  28. De compras por el barrio de Salamanca siento una extraña conexión con todos esos hombres con cara de derrotados por pasar la mañana de sábado así. Es una complicidad que sobrepasa el espacio y el tiempo, es la unión en la derrota. Como hacer la mili juntos, pero de modo voluntario.
  29. No hay nada que odie tanto como El Rastro. No tendría mayor importancia sino fuera porque El Rastro es, sin duda, la cosa favorita de M.
  30. M. puede pasarse días enteros entrando en tiendas y puestos sin comprar nada. Por mi parte veo un reloj que me gusta y lo compro. Me piden 80€, ofrezco 60€ y llegamos a un acuerdo. Un magnífico Frédérique Constant cuyo valor son 400€ si es real y 5€ si es falso. Como es imposible saberlo, yo defiendo la opción del éxito y M. la del fracaso en una guerra sin cuartel. Me siento a la vez un hombre de éxito y un fracasado. Es la compra de Schrondinger.
  31. Estoy mucho más cerca del arte que del periodismo. Es más, escribir como aspiro a escribir en realidad es un camino espiritual. Y no solo acaba en las afueras de la actualidad sino de la propia realidad.
  32. Para escribir bien necesito soledad. La vida lleva a encuentros y eventos sociales de modo constante. Y es bueno que así sea, conviene escuchar, contaminarse y aprender. Pero veo que muchos no la aprovechan para eso sino para criticar y dejarse ver. Por eso hay que volver rápidamente a la cueva. Donde hay que ser el puto amo no es el los eventos sino es en ese cuadrilátero, en ese ring con cuatro esquinas que es el folio en blanco. No se puede contemporizar ahí. Hay que brillar, ser muy bueno, ahí no vale la humildad ni el perfil bajo. Pero una vez entregamos, sí: humildad. No vale de nada ser el puto amo en eventos sociales y mediocre escribiendo, pero eso es exactamente lo que la gente suele hacer. Yo voy por el lado contrario. La genialidad debe terminar al entregar. Y cuando termina el evento, a la cueva de nuevo. La vida social excesiva hace escritores pésimos. Y personas ridículas.
  33. Los escritores del XX sentían aversión por la literatura del XIX. Había un abismo total entre ambos mundos y los jóvenes sentían desprecio y burla por el anterior. En cambio, los jóvenes actuales a quienes desprecian es a ellos mismos y la admiración y el respeto lo sienten por el mundo de sus mayores, que idealizan. Y, como extensión, a su literatura. Creo que sienten algo de culpa, una culpa como de paraíso perdido. Sin saber que ellos no son culpables, sino víctimas de lo que anhelan.
  34. No puedo escribir cartas de amor a M. porque M. es real. Y no puedo escribir sobre lo real porque ya no sería un personaje que escribe sino yo mismo. Y sería frágil y vulnerable. Y así no sé escribir. Solo sé escribir desde la distancia afectiva. Sobre todo hacia mi mismo.
  35. La educación requiere humanidad, comprensión, bonhomía. No se trata solamente de tener modales exquisitos, de moverse y expresarse en formas perfectas. Se trata sobre todo de pensar y sentir en formas perfectas, de amar verdaderamente al prójimo. Eso es ser educado.
  36. Termino el de Zerolo, que es fantástico. Me pongo con Rosa Chacel: ‘Estación. Ida y vuelta’. Manda narices que siempre citemos a Rosa Chacel como una de las grandes de mi ciudad y nunca la haya leído. Bien, pues tras dos horas de lectura me encuentro sorprendido muy gratamente. Escribe realmente bien, tiene esa modernidad que rompe con la tradición anterior y su prosa fluye ligera, intensa, llena de reflexiones y metáforas, huyendo así de la pura linealidad de una trama decimonónica. Es buenísima.
  37. Abro la ventana para ventilar mientras escribo y dejo que entre la música que mi vecina pone para limpiar: bachata, salsa, boleros, rancheras. Es americana, no se si norteamericana (México, quizá), centroamericana-caribeña (puede que dominicana) o sudamericana (diría que Perú o Ecuador). No tengo la menor idea, pero la verdad es que me pone muy contento escuchar su música. No tengo valor para ponerme Rocío Durcal ‘motu proprio’. Pero me encanta escucharla en segundo plano. Me recuerda a mi madre limpiando escuchando copla. Y pienso que quizá, al abrir la ventana, ventilamos mucho más que el simple aire.
  38. Hay tres modos de tirar una falta: con potencia, con colocación o como Alessandro Del Piero.
  39. Llega por fin el frío. Lo hace poco a poco, sin avisar, como sin darse importancia. Como la rana en el agua hirviendo, que acaba muriendo abrasada y no se ha llegado enterar, Castilla baja la temperatura de un modo tan gradual que el fin de semana que viene estaremos probablemente bajo cero, según veo. Y no nos habremos enterado. Somos ranas congeladas.
  40. Yo no mantengo una postura ideológica, política o periodística. Yo persigo una postura estilística, espiritual y literaria. No estoy en más trinchera que esa. Frente a la ideología, estilo. Frente a la política, espiritualidad. Frente al periodismo, literatura. Ese es el camino que recorro. A veces con más luz, a veces con más sombra. No puedo con más agresividad.
  41. Luego están los temas. Los temas son para un columnista como la paleta para un artista. Hay temas que me son propios y eso es una decisión voluntaria. Tan importante como qué tema eliges es qué tema no eliges. Hemos llegado a un punto en el que si el niño muere a manos del padre, es motivo de columna para la izquierda y si muere a manos de la madre, para la derecha. Me parece repugnante, vil, miserable. La izquierda merece que le pongan enfrente del espejo de lo que hace diariamente criminalizando al varón y manipulando a su pobre gente para seguir en el poder. Bien. Pero no seré yo quien siga ese juego. Me apeo.
  42. Hay que volver a elegir temas. Pero también estilo, tono, postura, mirada, metros de distancia, ni muy lejos ni muy cerca, ni muy serio ni muy humorístico, con voluntad de estilo pero varonil, sin afectación, sin cursilerías ni amaneramientos. Hay que elegir ritmo, rápido como un puñetazo. Y metáforas como relámpagos internos. El tema y el estilo van juntos, como forma y función según Dieter Rams. Y con humanidad, con sensibilidad, con comprensión. No quiero otra cosa que esa.
  43. Y hay que elegir objetivo. Hay que saber para qué se escribe, qué se persigue, cual es el objeto último. Para qué tanto tema, para qué tanta belleza, para qué tanta sensibilidad y humanidad. La repuesta, me temo, no nace de mí sino que viene a mí,  esto no va de lo que quieras ser sino de lo que estás llamado a ser. No es una ponderación entre alternativas porque la respuesta a quién eres no sale de ti, viene hacia ti. No se crea, se recibe. Yo empiezo ahora a saber lo que estoy llamado a ser y el reto es aceptarlo. Solo soy un médium.
  44. «Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras. Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas que vida y muerte son tu obra. No has venido a la tierra a poner diques y orden  en el maravilloso desorden de las cosas. Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas sin alzar vallas a su gloria. Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo. Sus aguas en tu cauce temporal desembocan. Y hechos un solo río os vertéis en el mar, «que es el morir», dicen las coplas. No has venido a poner orden, dique. Has venido a hacer moler la muela con tu agua transitoria. Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas que vida y muerte son tu obra. Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día por la música de otras olas». (José Hierro).
  45. Oigo a Soto Ivars decir que ha hecho lo mismo que yo: ha abandonado las redes y él, además, WhatsApp. Leo en una entrevista que tampoco va a presentaciones, comidas o cenas. Y sus motivos son los mismos que los míos: la búsqueda de la mirada propia, la distancia con el ruido, la consistencia intelectual y moral. Le conocí en la presentación de un libro de Nieto Jurado y me sorprendió gratamente: es un tipo divertido y listo. Tiene algo diferente. Y tiene mi respeto.
  46. Como con David Summers y me dice que hay que tomar diariamente sopa de miso en una de las tres comidas del día. Me come el tarro y me lanzo a la búsqueda de esa asquerosidad, sin ninguna fe en el resultado, que es el bienestar y la pérdida de unos kilos.
  47. Hace falta tener tiempo por delante. La sensación de tener el día disponible para leer, escribir o pasear. La inmensa libertad de no tener planes.
  48. Alex Turner va a salvar la música él solito.
  49. La única manera de estar cerca del mensaje de Cristo es estar lejos de la mayor parte de los católicos. Solo hay algo que estos no te perdonarán jamás: que sigas el Evangelio. Pero este es otro tema del que hay que huir en columnismo: no podemos dar lecciones ni dividir el mundo en buenos católicos y malos católicos. Y el que lo haga se destapará siempre como parte de estos últimos.
  50. Cuando me dicen que les encanta cómo escribo «aunque, a veces, no están de acuerdo conmigo», me da la sensación de que no han entendido nada. Evidentemente no se puede estar siempre de acuerdo conmigo, ni siquiera yo lo estoy. Pero es que los buenos columnistas llevan el argumento al limite, no estamos intentando llegar a acuerdos, no somos políticos. Somos la Fórmula 1 de la idea, con estos planteamientos no puedes circular, igual que no puedes ir a comprar el pan con el monoplaza de Hamilton. Cuando vas al Reina Sofía no estas eligiendo cuadros para el salón. Nadie lleva alta costura al trabajo. Pues esto es lo mismo.
  51. El antiglobalismo ya está globalizado.
  52. Me rindo: enciendo la calefacción. Y lo hago con cargo de conciencia, como si estuviera sufragando a Putin después de todo. Es una calefacción que calienta en cirílico.
  53. Tenía el día lleno de reuniones, compromisos para comida e incluso para cena. De modo mágico se ha ido cayendo todo hasta dejarme la agenda prácticamente liberada. Me entrego a la paz del lunes casero, que es, para mí, lo más parecido a un fin de semana.
  54. He hecho un columnón tan bueno que estoy hasta nervioso. No me voy de juerga porque es lunes. Por supuesto pasará desapercibido. Al contrario que el de hoy, que es mediocre y se ha convertido en lo más leído del día.
  55. El otro día me decía Luis Herrero que no entendía cómo podíamos hacer cinco o seis columnas a la semana. Le digo que no tiene ningún mérito, cuando estoy inspirado -y es el caso- se quedan hasta cortas, podría escribir una por la mañana y por la tarde. Pero eso en condiciones óptimas, es decir, sin comidas, cenas, reuniones, etcétera. El problema no es escribir, es vivir.
  56. La prensa de España tiene la mala costumbre de pensar que la palabra de la Policía es sagrada y verdadera cuando, en realidad, la Policía es solo una de las partes y, por ello, tiene intereses, como, por ejemplo, coger a los malos. Por eso muchas veces la prensa es correa de transmisión de información falsa que busca otros objetivos. Esto ha de terminar.
  57. A mi gata la recogí de la calle. Por su manera de actuar, supongo que de una de Ciudad Juárez.
  58. Del boxeo hay que aprender que más importante que saber pegar es saber recibir. Hay que acostumbrarse a encajar y saber sufrir hasta que sea una rutina más. Y hay que perder, eso es importante. Más que ganar. Porque es más frecuente.
  59. Estoy impresionado por Roxy Music. Es el ejemplo exacto al que me refiero cuando hablamos de tener clase. Brian Ferry, Brian Eno y Phil Manzanera (a la postre productor de Héroes del Silencio). Casi nada. Vaya tres. Y qué elegancia.
  60. Tener una casa de escándalo, un coche deportivo, relojes caros y muchas joyas es una paletada salvo que sean heredadas. Hay que vivir con cierta austeridad. No para ahorrar, que es otra paletada. Si no por principios. Por elegancia y por clase.
  61. Yo me he criado leyendo El Norte de Castilla, que es el periódico que había en casa. Y desde muy joven he leído El Mundo, que ha sido mi periódico. Mi generación está marcada por El Mundo de Pedro J., con Gistau, Jabois, Amón, Sostres, Raúl del Pozo, etc. Creo que fue esa generación es la que me hizo dar el paso a escribir. Es decir, mi influencia no es ABC, que entonces era un periódico insufrible, carca y representante de una derecha de la que conviene huir y de la que estoy muy lejos. Actualmente es otra cosa y ABC es un periodicazo con el que me siento muy identificado. Pero mis influencias afectivas y de cosmovisión son las de El Mundo de los 2000.
  62. El hecho más grave de la historia de España es que Delibes se negara a dirigir El País en 1975. Eso lo habría cambiado todo.
  63. No pongo en duda que tenga que aportar más el que más tiene. Pero se echa en falta que el que menos tiene se lo agradezca.
  64. Joaquín Sabina. «El siglo XXI me toca los cojones, es horrible: el Gobierno, cómo habla la gente…» / Joaquín Sabina: «Los que hemos sido de izquierdas tenemos la responsabilidad de decir la verdad ante algunos desastres de la izquierda». / Joaquín Sabina: “El Ministerio de Igualdad me parece una secta». Vaya, otro trumpista de extrema derecha. Somos multitud.
  65. Ayer me pasé la tarde estudiando la relación entre los conceptos de epíclesis, transubstanciación y efusión del Espíritu. Es decir, la complejidad extrema del acto de la consagración. Luego me fui de vinos como un analfabeto. Fifty-fifty. Ni ‘pa’ ti ni ‘pa’ mí.
  66. El cabecero de la cama de mi vecina da a la pared donde tengo la televisión. Ella se va a dormir a las 23:30. Lo sé porque los escasísimos días en los que a esa hora aún estoy en el sofá oigo cómo pone a cargar el movil y apaga la luz. En ese momento yo apago la tele para no molestarla. Y me voy a la cama. Desde allí fantaseo con que al otro lado de la pared hay una vecina que me oye y decide irse a dormir también.
  67. Me llama Garci para decirme que va a enmarcar la columna que le he dedicado tras haberle conocido hace unos días. Que es lo mejor que le han escrito y que merece un Cavia, pero que de momento me conforme con el Martini al que me va a invitar en el bar donde lo tomaba con Gistau. Y pienso que no sé muy bien cómo he llegado aquí.
  68. La semana pasada enseñé mi ciudad a Alberto García Reyes. Yo fingía estar improvisando pero, en realidad, tenía medido hasta el más pequeño detalle. Uno no puede competir con Sevilla sin dar absolutamente todo lo que tenga dentro. Alberto es el mejor escritor de columnas de España. Y el mejor anfitrión. Y mi amigo. Lo disfruté muchísimo. Cuando estuve en Sevilla por última vez me estaba esperando en un bar con Álvaro Rodríguez Guitart e Ignacio Camacho y no me faltó de nada durante tres días. Les dije que quería ver los Reales Álcazares y me los enseñó el propio director. No sabría explicar cómo fui tratado. Hasta que no llegas a Sevilla no sabes lo que significa escribir en ABC. Pues hasta que no paseas conmigo no saben lo que significa Valladolid.
  69. El día en el que decides cortarte el pelo y pides cita al peluquero, ese día exactamente es cuando te empieza a gustar cómo te queda y te arrepientes mucho de haber pedido cita.
  70. En mi casa se curra y mucho. Somos trabajadores, serios y ambiciosos. Nos esforzamos y priorizamos el trabajo y la obligación al resto de cosas. La niña está creciendo viendo este ambiente y por eso entiende perfectamente que aquí no se aceptan medianías, perezas ni mediocridades. El esfuerzo no se negocia. Y da sus frutos. Pero, eso sí, cuando hay que divertirse, también somos los primeros. Cuando lo has dado todo, divertirte e incluso de modo excesivo no solo es algo permitido sino casi obligado. La sensación de disfrutar de la vida e irse de fiesta cuando tienes la paz interior que da el deber cumplido y la conciencia tranquila es algo incomparable. Pero para tener esa sensación tienes que tener de verdad el deber cumplido. No se puede fingir.
  71. Lo importante no es a quien lees sino a quien no lees. Eso es lo verdaderamente importante.
  72. Ha muerto Pablo Milanés. Siento una pena inmensa.
  73. El colectivo más agresivo, insensible y demencial de España es el de las inmobiliarias de Madrid. En la lista de empatía y humanidad están justo detrás del cobrador del frac o de un reportero del corazón. En la jungla, las panteras huirían aterrorizadas.
  74. Lucía me pasa un texto que está escribiendo para un concurso literario del instituto y me deja boquiabierto. La niña escribe realmente bien, empieza el texto de un modo magistral, directo, sin presentaciones ni descripciones de ambiente e intercala diálogos con reflexiones intimistas de un personaje muy distinto a ella. Estoy realmente sorprendido. El otro día le dije que yo llegué al mundo antes solo para estar preparado para cuando llegara ella. Pero, leyendo esto, creo que también vale para lo literario. Solo soy una avanzadilla, el primer relevo. Es ella quien llegará a la meta. Y yo no puedo estar más feliz por ello.
  75. Cocino níscalos al ajillo y unas salchichas blancas al vino que compro cerca de casa. El sitio de las salchichas es el lugar más cutre del mundo, es muy difícil ser tan cutres si no hay una consultoría detrás muy muy compleja. De modo natural no te sale, es un cutrerío perfecto, un local feo, frío y desagradable, como de dictadura soviética. Ni una concesión no ya a la belleza sino ni siquiera a la sonrisa. Y una manera de despachar cada pieza del cerdo muy cercana al paraíso terrenal. Mientras remato la comida me abro un vino que me regalaron en Tudela de Navarra y un poco de queso de Castromonte. De fondo un soporífero Australia-Túnez en la mañana de un sábado gélido. Viene M. a comer y a dormir la siesta, que es la apoteosis de lo que nos gusta: la tranquilidad extrema y la paz compartida.
  76. M. y mi madre comparten una costumbre que odio con todas mis fuerzas: cuando creen que la conversación telefónica ha terminado, cuelgan. No se despiden, no esperan, simplemente cuelgan, para ellas la conversación ha terminado y ya está. El 90% de las veces sin darme la oportunidad de decir algo que quería decir. Y el 90% de las veces negando que lo hagan.
  77. Todos los días, nada más despertar, ventilo toda la casa. Estos días hace mucho frío, pero necesito que se renueve todo el aire de la casa. Cuando salgo de la ducha, me visto y la calefacción empieza a calentar el aire nuevo, me siento mucho mejor.
  78. Detrás de toda crítica a Umbral se encuentra el sufrimiento extremo de un hombre que lucha, sin éxito, por escribir con estilo.
  79. Con la cantidad de veces que cierta gente ha ido a misa, me pregunto si será posible que aún no hayan entendido absolutamente nada. Aunque fuera de casualidad, aunque fuera por error, estaría bien que comprendieran algún concepto, una sola palabra. Algo. El amor de Dios, por ejemplo. Aunque, leyendo el Evangelio, queda claro que ni siquiera los propios apóstoles entendieron nada. Su comprensión fue posterior. Supongo que no queda otra.
  80. Mi editor, Oriol Alcorta, me recomienda ‘El Reino’, de Emmanuel Carrère. Y lo hace hasta tal punto que salimos del Café Comercial para ir directos a una librería y me lo regala en el acto. Cree que me puede venir bien. Y lo leo hipnotizado. Yo no sabía que se podía escribir así. Tengo la sensación de que este libro va a ser importante.
  81. «¡Ser, ser siempre, ser sin término, sed de ser, sed de ser más!, ¡hambre de Dios!, ¡sed de amor eternizante y eterno!, ¡ser siempre!, ¡ser Dios!». (Unamuno, claro).
  82. Es muy difícil que alguien que no tenga la sensibilidad que solo da el mundo de los toros sea capaz de comprender mi obra. De hecho es imposible. Estoy toreando.
  83. Me miro la mano y veo la mano de mi madre y de mi abuela. No sé cuando ha sucedido, pero así es.
  84. Hay gente que lee todos los libros, ve todas las películas, no se pierde un partido de fútbol del Mundial, sigue todas las series de todas las plataformas, está al tanto de todos los estrenos de teatro, ha visto todos los musicales y ha cenado en cada restaurante de Madrid, ademas de controlar -y no es broma- Londres, Paris y Nueva York. Me pregunto cuándo trabajan. Yo no llego a nada nunca.
  85. Me siento en mi mesa de escribir y, como siempre, me la encuentro llena de libros a medio leer, periódicos pendientes, revistas que por algún motivo tengo que revisar y, en definitiva, cosas que hacer que voy postponiendo. No puedo enfrentarme a estas cosas porque tengo siempre urgencias. Fantaseo con que llegue el día en el que no tenga urgencias y pueda entregarme a estas cosas, pero sé que es falso. Si no tengo urgencias estaré comiendo por ahí o viendo a mis amigos, como es lógico. No hay salida.
  86. Veo un vídeo de Gistau y David Summers entrevistándose mutuamente y me pregunto qué estaría escribiendo Gistau ahora, qué espacio estaría ocupando entre tanta mediocridad y dentro un clima tan asqueroso repleto de beatillos, meapilas y trastornados a derecha e izquierda.
  87. La mayor parte de mis trolls lo son porque me acusan de estar al servicio del PSOE. Otros, especialmente activos últimamente y crecientes en número, me odian por estar vendido a Vox y compartir su ideario plenamente. Vienen a acompañar los que me acusan de ser un apéndice del PP y a los que siempre han pensado que en el fondo trabajo para Ciudadanos. Solo me queda una acusación de ser independentista catalán y otra de ser podemita. Bueno no, el otro día en la radio me llamaron bolivariano. Creo que ya tengo todo el arco posible de odios menos el independentismo. Voy por el buen camino. Estamos rodeados de retrasados mentales y no destacar es casi imposible, nunca en la historia ha sido tan fácil. A pesar del precio a pagar, que es este olor a eructo.
  88. Cuando alguien dice algo muy serio y de modo muy intenso conviene mirarle fijamente y decirle con mucha tranquilidad: «Perdona, tienes un moco».
  89. Cada vez creo menos el catolicismo y en los católicos y más en Dios. Algo, por otra parte, no solo coherente sino radicalmente lógico.
  90. Ojalá un shazam de caras.
  91. Los cristianos hemos venido a acabar con la guerra cultural, no a ganarla.
  92. Intento encontrar mi tono estudiando religión, flamenco, filosofía, coctelería, cine, pintura, teatro, guitarra, piano, música electrónica, toros, gastronomía. Intento aprender y profundizar en mi estilo aprendiendo de los demás. Lo hago por honestidad y profesionalidad. Busco la pureza. Pero es desolador ver que hay a quien le sirve con eructar columnas.
  93. Termino ‘El reino’ asombrado por la puerta literaria que me abre. Y con una inmensa crisis de fe. Las puertas que se abren por las que se cierran.
  94. He visto ‘Señora de rojo sobre fondo gris’, de Delibes, interpretada por José Sacristán. No me ha dicho gran cosa. No he logrado conectar más que con Delibes, con Ángeles y con Eduardo Benito.
  95. Dice Manolo Sanlúcar que los creadores estamos haciendo el trabajo de Dios. Y que eso conlleva la angustia de aceptar una responsabilidad para lo que no estamos preparados.
  96. Escribo con ‘Let Down’ de Radiohead y la elegancia melancólica se me pega al estilo. Descubro conexiones con ‘Sexy Sadie’ de los Beatles que no había percibido antes.
  97. A partir del minuto 40 de retraso, sentado en la sala de espera del médico, con una mascarilla repugnante, junto a una niña que da por el culo con tiktok, muchísimo calor, una cita cogida desde hace un año y muchas cosas por hacer, siento con exactitud en qué consiste el instinto homicida.
  98. Perrate, Yung Beef, Morante y Nieto Jurado.
  99. Según Ortega, Ignacio Zuloaga es «el Velázquez del siglo del automóvil, el Goya de los primeros fulgores de la electricidad». Fue el pintor de la modernidad, el eslabón perdido entre el mundo de ayer y el de hoy, entre el 1800 de Goya y el 1900 de Picasso, el nexo entre la sofisticación de la Belle Epoque y el costumbrismo español más atávico. Por eso, en España se le ignora. Y fuera se le ensalza. Leo que Brinton, americano, decía que Zuloaga «personifica en forma extrema el espíritu de la autocracia en el arte, el principio del absolutismo tan típico de su raza y país. En estos cuadros audaces y positivos, no se encontrará ningún indicio de cobardía o de compromiso. Las obras son desafiantes, casi despóticas. No se esfuerzan por buscar simpatía, y no tiene miedo de ser francamente antipático». Un artista, vaya.
  100. El problema del columnismo es que en él coinciden artistas con periodistas, que es como si coincidieran amos y esclavos. Unos se pelean por las migajas de los políticos. Yo me peleo solo por un tono, por un punto de vista, por un estilo.
  101. En la iglesia de la Villa de Pedraza, un domingo al mediodía, entre los muros románicos de la historia de Castilla, un cura negro celebra la eucaristía mientras un niño con síndrome de down se sube al atril a destiempo para cantar una versión de «yo tengo un amigo que me ama, me ama, me ama» ante la sonrisa de los parroquianos, que le aplauden con ternura cuando termina. Choca entonces los cinco a los chavales de la primera fila, el pueblo canta unido un villancico y, a la salida de misa, toman un vino en el bar de la plaza, entre el frío del enero castellano, la normalidad con la que vive la gente que se aprecia y olvido de un país que no quiere saber de dónde viene.
  102. Mía es una gata gris. En realidad su color es azul ruso, creo, pero es gris, de ese gris que tienen todos los gatos grises. No es un gato fácil. No es estrictamente violento ni agresivo pero muerde. Sobre todo a mí y sobre todo cuando trabajo. Me siento a la mesa y Mía siente una pulsión irrefrenable por morderme los pies o por saltar a morder mis brazos, lo que me obliga a cerrar la puerta para poder trabajar sin terminar como el Cristo atado a la columna. Es una gata callejera y con instinto de caza, que necesita actividad y con una pose de dignidad que la aleja del típico gato cariñoso y casero que ama que la acaricien. Ella es rock and roll, es una atleta, una macarra de una belleza extrema. Por eso me sorprende cada día con su absoluta dependencia. No le pega al personaje, pero ella está el 100% del tiempo a mi lado, haga lo que haga. Me quiere de un modo desproporcionado. Simplemente no sabe amar.
  103. Cien páginas de ‘De vidas ajenas’, de Carrere. Me reafirmo, este tipo es buenísimo y me abre vías que no sé aún cómo se materializarán. Creo que me viene muy bien este punto entre reporterismo y el ensayo con la libertad de la ficción y con el ‘yo’ en primer plano.
  104. He visto dos temporadas de ‘The Chosen’, serie sobre los apóstoles con flashbacks a la historia antigua hebraica y Jesús como eje vertebrador. Me ha interesado mucho y reafirma mi lejanía cada vez mayor del circo en el que la Iglesia ha convertido la fe.
  105. El marmitako de salmón es mejor que el de bonito porque el pescado es más graso, más untuoso y más fino. Da mucho más juego. Hoy he hecho uno, quizá pasado de fumet, pero exquisito. Estos días hábiles entre año nuevo y Reyes son los mejores del año, un medio tiempo a medio gas pero dentro del orden. Me recluyo en casa, sin compromisos, leyendo y trabajando en soledad. Este ritmo cansino y monótono me viene como anillo al dedo. Soy un puto rollo.
  106. La mañana de Reyes en completa soledad, entre la niebla, el frío y un silencio gris que solo rompe el piano de Ludovico es una de las cosas más tristes del mundo. Pero el hecho de tener que escribir dos columnas lo cambia todo, lo dota de sentido. Vivo dopado, ahogado en las endorfinas de la entrega diaria. Si me quitaran esto -la adrenalina- y viviera la vida tal cual es, me temo que estaría en la cola del psiquiatra.
  107. La competitividad es buena. Yo escribo mejor y me esfuerzo más porque sé que me miran Chapu, Jabois, Camacho, Bustos, García Reyes, Angel Antonio, Latorre. Y me daría vergüenza que me vieran escribir de modo mediocre. Si ellos no existieran, escribiría peor. Seguro. Gracias, por lo tanto.
  108. El otro día, caminando por Santa Engracia, me tope con Juanra Bonet, que me suena de la tele, pero no sabría explicar exactamente de qué. En Madrid, cruzarse con famosos es normal, por lo que esto no tendría nada de particular sino fuera porque, el día siguiente, lo ví en Alonso Martínez. Y esto tampoco sería algo raro si no fuera porque, comiendo en un restaurante navarro de la calle Prado, en pleno Barrio de las Letras, la persona que comía a mi lado era Juanra Bonet. Y ni siquiera esto tendría especial importancia si, ayer, tomando un café en la Glorieta del Pintor Sorolla, en la mesa contigua no fuera Juanra Bonet quien comía plácidamente.
  109. Estoy releyendo todas mis columnas para hacer una selección que se editará en breve y siento una vergüenza terrible. Releerse es insoportable.
  110. No ha nacido un filósofo después de Wittgenstein. El que más y el que menos de los que se llaman a sí mismos filósofos, se centra en aspectos prácticos de la vida, no en el conocimiento en sí mismo. Casi un siglo sin filosofía es mucho y se nos nota.
  111. Lo primero fue luchar contra los huesos porque forman rostros. Corríamos el riesgo de querer parecernos a nosotros mismos y eso sería imitarse, empezar de nuevo pero desde el final. Diluidos en la nada nos abrazamos al reverso de una imagen que no quisimos ver para no ser redundantes, pero despojados ya de miradas, no fuimos fugitivos de una identidad como pensábamos, sino la identidad pura: el exilio del sujeto, la mirada póstuma y la presencia impura. Apostatar del pronombre fue solo una cuestión de tiempo.
  112. Quedaban formas y viscosidades de lo que fuimos. La ruptura no es síntesis sino antítesis; para una célula, mitosis significa futuro. Renovarse es morir y la escisión de lo original, como alteración de lo genuino, no te convierte en otro sino en todas las posibles progresiones de lo mismo. La profundidad es romperse, la hondura es quebrarse; envejecer es ser eterno, avanzar es solo otra forma de decir adiós. Poca gente sabe que el abismo que surge en cada signo de interrogación es solo debido a la absoluta ausencia de comas.
  113. El vacío es el gas, la soledad solo es la mecha. El gesto de crear es el interruptor que genera una explosión nacida del deseo, que es lo mismo que decir que cada trazo nace de la insatisfacción, del dolor no poder ser de modo completo por ti mismo y en ti mismo. Somos una interferencia en la realidad, no se puede crear sobre la nada sino sobre la ausencia, sobre lo borrado. Desde lo que sobra. En ese momento empezamos a ser conscientes de que negar algo implica asumir su preexistencia: la metamorfosis en uno mismo es la visión cóncava de una cuchara llena de lágrimas.
  114. Yo soy. Yo soy yo. Soy el otro. Yo soy cada otro, yo soy tú, tú eres el otro. Yo soy el Otro. Yo soy aquí y ahora, yo soy tú en lo infinito. Yo soy eterno. Yo soy yo en mí. Yo soy Dios en mí. Yo soy Dios. Dios es el Otro. Tú eres Dios. Tú y yo éramos lo mismo. Tú y yo seremos lo mismo despojados de huesos y formas. Tú y yo seremos. Tú eres tú. Ser o no ser. No ser tú. No ser nunca. No haber sido. Ser siempre, ser sin fin, haber sido sin límites, no saber que no se ha sido. Yo seré yo cuando ya no sea yo. Yo soy tú. Yo no espero. (Te quiero).
  115. Se puede pasar de cerveza a vino, pero no de vino a cerveza. Se puede pasar de vino y de cerveza a copa, pero nunca en sentido inverso. Si me tomo una copa, aunque sean las cinco de la tarde, no hay marcha atrás. Puerta grande o enfermería. No hay retiradas plácidas entre sonrisas y flores. Y menos en la meseta. Y una vez metidos en harina, cenar es de mediocres. O se sale a cenar ex profeso o no se cena. Somos estrellas de cine y las estrellas de cine no comen baguettes por la calle. Proclamo.
  116. Los caballos lentos y las mujeres rápidas tienen algo en común: nunca están cuando los necesitas.
  117. El hilo de los tiempos es vaciarse del todo para ser una pluma que cae del cielo al suelo dando vueltas, cuando se trata de hacer el viaje inverso y del modo contrario.
  118. El progreso está formado una serie de valores y de conceptos que se encuentran indistintamente en el tiempo y en el espectro ideológico, pero muchos de los cuales ya han sido alcanzados y por ello lo que toca es conservarlos. Nada más progresista que ser conservador.
  119. Dice Chesterton que cuando Roma cayó, la ciudad se transformó en una aldea provinciana. El resultado fue un leve localismo y no un amotinamiento intelectual. Había anarquía pero no rebelión, pues toda rebelión debe sustentarse en unos principios y por tanto, para quienes sean capaces de pensar, en una autoridad».
  120. Últimamente he notado que me tiembla un poco un párpado, pero me miro al espejo y resulta imperceptible. Empiezo a sospechar que puedo estar pillando wifi
  121. Lo peor de ‘El grito’, de Edvard Munch, no es la cara atormentada del primer plano, el terror de esa figura asexuada, fantasmagórica y patética. Lo peor no es su mirada deshumanizada, ni el cielo que agoniza por detrás, ni tampoco las manos que se tapan los oídos para no escuchar lo que Dios quiera que le esté atormentando. Lo peor es que, por detrás, dos figuras caminan plácidamente, ajenas a la escena principal, tranquilas y en calma. Una vez más, el terror más grande convive con personas que, ante la misma escena, comen pipas. Yo no sé si Munch nos habla de la locura de unos, de la pasividad de otros o de la soledad de todos. Pero la escena me recuerda demasiado al mundo actual.
  122. No estoy seguro de que la Transición pudiera haberse llevado a cabo de haber existido Twitter por entonces
  123. Una columna se lee de una vez. Una película se ve de una vez. Y un poema. Y un cuadro. Y una obra de teatro. Y un plato de alta cocina. Sin embargo, un libro se consume en muchas veces. Eso genera un gran handicap para el arte.
  124. Los que crecimos en los 80 vivimos un mundo en bloques. Pero cayó el Muro y la gente ha pasado de querer la paz dentro de un mundo en guerra a la guerra dentro de un mundo en paz.
  125. Todo nacionalismo surge como un hilo de baba y termina en un charco de sangre.
  126. Pocas cosas tan difíciles como explicar un dolor al médico. Tiendo a usar metáforas, elipsis. Pero no logro explicarme con exactitud y de modo completo. La próxima vez le traigo una columna.
  127. Estoy impresionado pot Schubert. ¡Qué sutileza, qué belleza tan poco artificiosa, qué maestría tan absoluta!
  128. La envidia tiene cara de pescadilla.
  129. De repente un día te haces viejo. Sucede de repente, como un relámpago. Unos análisis regulares, algún marcador que vigilar, una dieta preventiva, una pastilla cada noche. La vitamina D baja, la obligación de tomar el sol diez minutos y salir de la cueva a dar paseos obligatorios. Dolor de menisco constante. Y el miedo que se mete en el cuerpo y te hace ver todo de otra manera. Que la vida iba en serio y que no eres Gil de Biedma, uno lo empieza a comprender más tarde.
  130. No soporto la mirada inquisitorial y sojuzgadora de mi gata cuando sabe que me voy el fin de semana por ahí. Le encanta hacerme sentir culpable, sin piedad y usando todas sus armas. Lo consigue.
  131. Sevilla está absorta en sí misma, esto es, está ‘ensimismada’. Lo contrario del ensimismamiento es la enajenación porque lo contrario de lo propio es lo ajeno. Y, por ello, lo contrario de Sevilla es la locura. Es muy difícil escribir de cosas mundanas desde la burbuja que forma Sevilla, una burbuja de naranjos, primaveras precipitadas y barroco. Todo te lleva al aislamiento y a la introspección (mirar hacia dentro). Y curiosamente, la introspección conduce a la extroversión. Es decir, te viertes hacia fuera cuando te has mirado bien por dentro. Y su antónimo es la introversión del que mira, sin parar, lo que le rodea. Esto es, el silencio del circunspecto.
  132. Sí que hay algo peor que ser ciego en Granada: ser abstemio en Sevilla.
  133. Me he pasado media vida estudiando y recogiendo información para poder escribir mejor. Hoy sé que lo que necesito para escribir bien es justo lo contrario, aislarme de la información y buscar la pureza de un punto de vista propio y un respingo pequeño.
  134. Hay un nocturno de Chopin que me tiene obsesionado. Hay tanta belleza y tanto dolor en cada nota que es insoportable. Ni todas las palabras juntas podrán decir lo que dicen un par de notas en su sitio. La música es el arte total, el mayor. Es el sonido de la matemática y, por eso, nos hace vibrar en armonía. Es la llamada de Dios.
  135. Si una columna contiene las palabras ‘fascismo’, ‘woke’ o ‘nuevo orden mundial’, no la leo.
  136. Me acuerdo cuando descubrí que era ‘la flor y nata’ y no la ‘la flor innata’. Sigo pensando que mola más lo mío.
  137. En Sevilla me dijeron que un alcohólico es alguien que bebe lo mismo que tú, pero que te cae mal.
  138. Dice Karina que «un escritor que no lee está muerto. No te puedes sentar a escribir con el estómago vacío». Tiene razón: lo que entra, una vez digerido con tu estilo y referencias, es lo que sale. Por eso a muchos solo les salen tuits largos. No hay nada peor que Twitter para un escritor serio. Te hace digerir basura, baja calidad, argumentos necios, bots. Amigo escritor: cierra tu Twitter. Es un consejo como controlar el peso si eres deportista o dejar de fumar si tienes un enfisema. Es vida o muerte.
  139. «Es cierto que una mujer te pone siempre en falta», me dije al despedirlo. «Es cierto que la falta del hombre es la mujer, mientras que, quizá, la falta de la mujer sea la propia vida».
  140. Está bien la figura del ‘defensor del lector’. Pero, ¿para cuándo el ‘defensor del columnista’?
  141. Conviene recordar que el verdadero horizonte de la Cuaresma no es la muerte de Jesús sino su resurrección.
  142. La verdadera igualdad no tiene que ver con la arrogancia de pensar que nadie es más que tú sino, fundamentalmente, com la humildad de aceptar que tú no eres más que nadie.
  143. Petulancia que se me ha ocurrido en la ducha: «Con las alas de nuestro talento y la cera de nuestra soberbia, acabaremos volando muy cerca del sol».
  144. La manera en la que una persona decide pasar el verano lo dice todo de ella. Nada hay más decisivo para conocer profundamente a alguien que saber qué hace cuando puede elegir, cuales son las expectativas que tiene acerca del bienestar o cómo pasaría la vida si no se viera empujada al estándar de lo cotidiano. Ahí reside su verdadera personalidad.

(Esta entrada se actualiza sin orden ni concierto y con más pena que gloria)

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