Según las encuestas que van llegando –y las que se rumorean que llegarán– parece claro que, en este momento, el PSOE tiene once concejales asegurados y la izquierda de la izquierda, dos. En total, trece fijos. No son pocos teniendo en cuenta el espectáculo diario que están dando ambos con sus guerritas internas, sus Tito Bernis y sus violadores en la calle. Parece milagroso y –de confirmarse– deberían estar orgullosos de haber logrado desmarcarse de las lacras que suponen socialmente sus respectivas marcas. Por su parte, PP y Vox sumarían otros trece concejales, que pueden ser once y dos o diez y tres. Tampoco es mal resultado si tenemos en cuenta que los candidatos de ambos partidos son nuevos, que casi no les ha dado tiempo ni a pisar el terreno, que no conocemos sus programas, que la gestión de la candidatura del PP ha sido nefasta, que Mañueco no es Adenauer, que Gallardo no es Churchill y que Vox se encuentra en claro retroceso desde que en las autonómicas sumara casi el 18% de los votos en la capital. 

Trece y trece suman veintiséis. El concejal que falta puede ir para cualquiera de los cuatro o incluso para Vadillo. Es decir, la alcaldía, tal y como pasó en 2015 y en 2019, depende de los azares de la ley D’Hont y de un puñado de votos que romperán el empate entre bloques. El concejal 27 lo decidirá todo y, en mi opinión, lo más probable es que vaya para VTLP, PP o Vox. Es muy difícil que el PSOE sume un voto más tras los excelentes resultados de 2019 y tras el desgaste que suponen ocho años echando broncas y enfrentándose a media ciudad. De un ascensor averiado, se sale. De un desprecio personal, jamás.

Puente dice que va a por la absoluta, que supone llegar al 45%, es decir, que desaparezca VTLP. Carnero, a no depender de Vox, es decir, a una carambola del destino parecida a que el Pucela termine jugando la Champions. Y, puestos a soñar, yo voy a ver si Ana de Armas me atusa el pelo en la aurora aterciopelada del Jueves Santo. Salvo sorpresa mayúscula, Puente y su socio solo pueden aspirar a mantener lo que tienen y Carnero a gobernar junto a Vox. Siento venir yo a decirles a los reyes que están desnudos, pero es algo que toda la ciudad intuye y que, además, confirman las encuestas. Pero unos y otros viven en globos tan enormes que ya no tienen ni idea de lo que sucede, no saben lo que la ciudad piensa en realidad y, por lo que se ve, se fían más lo que digan sus ‘trolls’ en redes que de los institutos demoscópicos. Las redes son el opio del pueblo y muestran una realidad falsa que genera problemas graves para entender la realidad, ya seas un adolescente o un político en campaña. Y perdón por la redundancia.

Por lo demás, parecía evidente que a Puente le interesaba un Ciudadanos fuerte que tirara cinco mil votos del centro derecha a la basura, pero, en cambio, ha decidido desarmarlo, dejar claro que es un voto inútil y alentar a sus votantes a que se vayan al bloque de la derecha. Del mismo modo, parece claro que al PP le interesa que la plataforma de Vadillo prospere y tire cinco mil votos de izquierdas al contenedor. En cambio, Puente dice que todo esto le beneficia, que le viene bien un pseudo tránsfuga en su lista que deje claro que Ciudadanos no existe y que, de existir, podrían, como su compañero, dar el gobierno al PSOE. Y lo de Vadillo que, según él, quita votos a Carnero. Lo veo exactamente al revés, son cinco mil votos que fueron para Puente en 2015 y en 2019. Se los quita a él, pero si algo está claro es que no voy a enseñar yo al PSOE a ganar elecciones. Es prácticamente lo único que saben hacer de modo excelente. 

Faltan dos meses y puede pasar de todo, pero, en cualquier caso, no esperemos discursos brillantes ni política de altura. Más bien, lo de siempre: Puente sobradete haciendo ver a los suyos que se pueden ir a comer ese día al pueblo porque está ganado, Jesús Julio en perfil bajo intentando representar lo contrario que Puente y limitándose a que la ola a favor haga el resto, Vox colándose en todos los actos sociales que pueda para tener presencia y VTLP intentando no escindirse por el camino, como el Frente Judaico de Liberación. Y todo por un concejal. Podríamos empezar a llamarle Señor Cayo. Y a ver si dejamos de una vez de hablar de estas vulgaridades y disfrutamos por fin de la Semana Santa. Que no somos salvajes.

(Esta columna se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 30 de marzo de 2023. Disponible haciendo clic aquí).

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