Al próximo que me invite a salir de mi zona de confort le haré que firme un documento privado responsabilizándose de los resultados, y si no, que no ose decirme chorradas. Que vaya con el cuento a otro lugar con público más facilón. El compromiso no está en las palabras ni en los hechos: está en la cartera, así que apuesta o calla. Qué fácil resulta decir y hacer chorradas y qué difícil asumir sus consecuencias. No, Chema. No pienso salir de mi zona de confort porque me encanta, la tengo mucho cariño y me la he ganado. Cambiar la zona de confort por la zona de inconfort es un acto irracional, un salto al vacío y una irresponsabilidad por mucho que lo quieras adornar con argumentos de esos que te gastas, siempre alejados de tu propio interés y tan cerca del socialguardiolismo de moda en la cabeza de ese adolescente eterno que es España. El perroflautorromanticismo.

Yo quiero mi rutina, la tengo cariño, la adoro. Amo mi rutina, celebro mi zona de confort y estoy dispuesto incluso a hacer una oda a mi estabilidad. No me gustan ni las aventuras ni las personas aventureras porque no entiendo qué hay de divertido en salir de la placidez para entrar en la inestabilidad. Y lo más importante: no conozco a ningún atractivo hombre de riesgo o encantandora mujer de aventuras a la que le haya salido algo bien alguna vez, aunque sea de casualidad. Que se jodan.

Llámame raro. O aburrido, sinceramente me da igual. Hace mucho que no intento gustar a cierta gente, y que -es más-, me encanta desagradarla. A los que más a los perdedores y fracasados que no lo saben. Escucharlos es mi debilidad. No se han dado cuenta que nadie cambiaria su vida si fuera feliz, por lo que no es que odien la rutina; lo que odian es SU rutina, su vida, y me parece lógico. No pasa nada, no sólo odian su vida, también odian la de los demás, que les parece mediocre y gris. En definitiva, odian todo menos el delirio de ese evento final que lo cambie todo y les libere del fracaso en el que libremente se han instalado y que es lo único permanente en su vida. Fracasar es su rutina.

No entiendo qué hay de serio en cambiar ni de bonito en desconectar. Tú no escuches chorradas e intenta construir un día a día tan fantástico que cuando lleguen las vacaciones y la época global de desconexiones migratorias, te siente hasta mal. Adáptate a lo que viene (que es en última instancia el único rasgo indudable de inteligencia) y haz lo posible para que lo que venga sea mejor que lo que se va. El cambio -como concepto general- sólo le gusta a la gente con vidas deshechas, que por otra parte suelen ser bastante inmaduros. Y viceversa. Adviértase que ese delirio de cambio sólo les interesa a ellos, pues al resto nos suele dar igual lo que hagan con sus vidas. Están cansados de si mismos, de su rutina desagradable, pues si fuera agradable se aferrarían a ella y se convertirían en lo que critican: unos rutinarios felices. Les debe gustar más ser infelices por rutina.

Mi vida no es perfecta; aunque hay cosas mejorables, soy bastante feliz. Intento procurarme una rutina en la que me siento cómodo, unos sueños en los que me siento realizado y unos hábitos en los que me siento libre. Cuantas menos explicaciones de, mejor. Y cuantos menos cambios voluntarios, mucho mejor, porque suelen ser a peor. Esto se aprende con la edad, no te preocupes que te faltan aún varias hostias hasta que te des cuenta. Pero dátelas tú solito, que no te vendan basura los de la zona de confort, los de “emprender sin riesgos” y demás cantamañanas.

Aprende mejor a crear un entorno que te guste, a hablar –en la medida de lo posible- sólo con las personas con las que te guste, a ir a los tres bares que te gusten y a ni uno más –ni uno menos-, a organizar tus semanas con antelación para que no se te escape nada y no haya espacio para la improvisación. La improvisación te llevará a mal lugar en el 90% de las ocasiones si no eres millonario, pese a lo que te quieran hacer creer esos dandies de provincia. Trabajar en lo que te guste es muy complicado, ahí te va a tocar joderte. Pero por lo demás ya verás como si tu rutina te la fabricas tú, no la llamas rutina sino vida, y te va a encantar. Y entonces le dirás al paleto de la zona de confort que salte al vacío si quiere, pero sin red, a ver si con un poco de suerte llega el evento que esperaba y nos deja en paz de una vez y para siempre.

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