Deja el gin & tonic, entrégate al whisky. Todo puede cobrar sentido si esperas lo suficiente y esperas con dignidad. La vida es dura, pero tú más. La mediocridad sólo te llevará a la mediocridad y la grandeza a la grandeza. A menudo, lo que merece la pena es tan difícil y complicado que te pondrá a prueba hasta que demuestres que no desfallecerás jamás y que eres digno de ello. Gasta como un triunfador antes de que sólo tengas miseria para repartir como un perdedor. Deja de bailar y vete al fondo de la barra. Obsérvalos. Págate algo.
Disfruta de la Navidad, huye del hedonismo, lee hasta que te sangren los ojos, aprende de los mayores, insulta a los mediocres, no te relajes, trabaja mejor, aprende a sufrir, tatúate el sabor del apellido Roschild en el paladar, perdona, olvida, asómbrate, no te preocupes de lo que piensen de ti. Preocúpate solo de lo que tú pienses de ti y, sobre todo, preocúpate de lo que piense Dios de ti. Sé coherente, sé conflictivo hasta que lo correcto se imponga como estándar. Y si no, huye de esa mesa.
Pregunta, no des respuestas. No te olvides de ella jamás, viaja sólo a donde merezca la pena, sé generoso hasta que te duela, haz caso al murmullo del destino en ti, aprende de los que están donde quieres estar y haz oídos sordo a la opinión de la corte de fracasados, levanta la cabeza, baja la voz, mira lejos, bebe cerca de casa, defiende a los tuyos, sé elegante, no hagas trampas, no cojas atajos. Sufre, mamón.
Coge más taxis, piénsalo un poco más, no mientas nunca, lee a Lacan, el capítulo V de El Quijote es tu Constitución, vota, limpia tu casa, esfuérzate por ser un gran anfitrión, aprende idiomas, no hables tanto de ti, cállate la boca. Merece el éxito, escucha a Aute, lee a Scott y a Zelda, descubre el parmesano, da tu vida por algo de una vez y juégate entero hasta que te pierdas. All in.
Cree en el amor a primera vista, rehuye la paz sino es victoriosa, no te quejes tanto, lee a Marco Aurelio, llévale a Salamanca, no visites Praga, prueba el negroni, descubre a Hammeshøi, no mires hacia otro lado, déjale hablar, no predigas el fin, ten piedad, cambia de opinión, honra tus apellidos. Sonríe a tu recuerdo, sé fiel a tu corazón, ríndete a la pasión, no des un grito más -ni menos- del necesario. Saca pecho. Ten claro quién es tu hogar y guarda la llave si te echan, que todos somos sefardíes y esto es muy largo. Hazme caso.
Intenta dormir tranquilo, guiña un ojo a la mañana, comprométete, profundiza, lucha, cambia, enfréntate, piensa como si fueras a ganar pero actúa como si fueras a perder, escupe al relativismo, eres eterno, cuida a los tuyos, peregrina a Nueva York para que veas de lo que es capaz el ser humano. Trata de usted por defecto, no seas tan práctico, idealiza lo que merezca la pena ser idealizado, aférrate a tu fe y a tus sueños. Ni ladran ni cabalgamos.
No hay ciclos, abraza la nada, descansa en la duda, si funciona en lo teórico es cuestión de tiempo que te den la razón en todo lo demás, acostúmbrate a la trinchera, confía en Él, confía en mí, vete a un museo, no llores con todas tus lágrimas, no rías con toda tu risa, no seas tú mismo si eres idiota, no hagas el ridículo y espera. Espera hasta que no lo soportes más, que antes que después va a llegar la tormenta que va a arruinarlo todo y nos vamos a reír juntos. Tu final no está escrito. ¡Y jamás lo estuvo!