Una plataforma (change.org) está reuniendo firmas para que se retire la Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine de Valladolid -mi tierra- a Fernando Trueba, como protesta por las últimas declaraciones del director en las que afirmaba que no se había sentido español ni cinco minutos. Lo primero que he decir es que estoy de acuerdo con Trueba, yo tampoco me siento orgulloso de ser español y así lo he escrito, entre otras cosas porque este país está lleno de gente como él, cainita, envidiosa y resentida, gente que pasa su tiempo libre buscando eternamente en las alcantarillas de la historia alguna hez con la que hacer demagogia. He afirmado en multitud de ocasiones que no me siento especialmente orgulloso de ser español, aunque lo soy hasta la médula, y como yo muchos otros, entre otros Dragó. Y aquí no ha pasado nada.
Por eso estoy en contra de quitarle la espiga. Eso de quitar premios en función de la ideología del que lo recibe es tan sectario que parece socialista. Aquí se juzga su obra, no sus ideas. Eso de juzgar la obra de alguien en función de si sus ideas son o no las mismas que las nuestras es algo que solo Nacho Vegas y demás cafres pueden proponer sin que se les caiga la cara de vergüenza. Un liberal jamás sugeriría eso porque un liberal –al contrario que un socialista- opina que cada cual puede tener la ideología que quiera, aunque sea contraria a la tuya. En eso se distingue de un socialista, comunista, fascista o de cualquier seguidor de ideologías colectivistas basadas en el odio, en el rencor y en el liberticidio sistemático. La gente que piensa como Trueba sólo acepta su propia ideología porque el resto somos malas personas o simplemente idiotas.
Mantener el premio a Trueba es la mejor lección que se puede dar a nuestros cafres, los depositarios de la verdadera cultura, la cultura de izquierdas. Ya se sabe que la derecha está torturando a mujeres y a animales mientras nuestros actores se refugian en las bibliotecas para custodiar el legado de los filósofos griegos. Hay que enseñarles que no pasa nada por pensar diferente, que la palabra perro no muerde, que la libertad de credo, expresión, política o de cualquier tipo es un derecho humano para todos, no solo para los que opinan lo mismo que tú, para que abandonen el pensamiento único de la religión progre. También sería didáctico para que entiendan que hay que bajar el IVA en general, no solo el cultural, porque no es serio pensar que hay que subir impuestos para poder vivir en los mundos de Yupi a los que aspiran, pero que la fiesta la paguen los demás, que ellos están exonerados por el mero hecho de ser de los buenos. Quizá, así, tras este ejercicio didádicto de primero de libertad, en la próxima gala de los Goya -pintor que retrató brillantemente los fusilamientos que llevaron a cabo aquellos franceses con los que va Trueba-, no hagan el ridículo delante de toda España con sus soflamas de parvulario y se centren en el cine, en su obra, que es lo que a la gente normal nos gusta valorar de los artistas.
Hola Margarito, con cierto temor, me atrevo a dejarte un comentario. No se si lo que escribes es lo que crees. No me importa mucho, la verdad. Estoy sorprendida. Aun pensando de forma diferente y que tu forma de juzgar las ideologías me da «risa» (teniendo en cuenta la mía, no quiero ofender ), he leído de un tirón la entrada porque tu forma de escribir me enreda y me encanta.
Temor? Por favor… Está Vd. en su casa.