El 18 de julio escribí por primera vez una entrada en este blog tras muchos años renegando de mi faceta como escritor, incluso despreciándola. La fecha de arranque no es casual; ese día se cerró un círculo vital que, paradójicamente, a través de mis textos, sirvió para abrir otro inverso y de mayor tamaño que el primigenio, como un agujero negro llevándoselo todo para trasladarlo -del revés- a otra dimensión en el espacio/tiempo.

Decidí entonces recuperar al viejo Magnífico Margarito, personaje que en realidad ya había nacido y esperaba latente su momento en el fondo de un baúl. Pronto, la persona y el personaje empezaron a confundirse, a mezclarse y hoy no sé quien es el original, quien el espejo y –en cualquier caso- quien es antifaz de quien. Pero este tema no importa mucho: en realidad, Yo, Magnífico, molo bastante más que mi alter (super)ego, aunque en su defensa diré que a él jamás le habéis dejado hilar un pensamiento de más de quince segundos sin interrupciones… Pobriño.

No tenía claro qué quería decir, ni cómo. Si tienes pensado escribir, un consejo: no pierdas el tiempo con las previas. Simplemente escribe y verás como, poco a poco, tu estilo, tu personalidad, tu universo personal surgirán sin ser invocados. Si piensas en cómo quieres ser antes de si quiera ser, te convertirás en un producto de tu propia imaginación, en algo artificial y probablemente en algo vulgar. Todo tiene una grieta, y es precisamente por ahí por donde entra la luz, porque escribir es sangrar por la herida y necesitamos esa herida, esa grieta. Si simplemente escribes, poco a poco descubrirás que eres aquello que tenías que ser y que nunca habrías podido definir a priori, porque ni si quiera tú lo conocías.

En este tiempo, me han dicho que recuerdo a Risto Mejide, Pérez Reverte, Vázquez Figueroa, Millás, Sostres, Unamuno, Jardiel Poncela y algún otro que ahora mismo no recuerdo. Reconozco ciertas influencias, evidentes en algún caso, pero evidentemente no puedo sino reírme de algunas otras porque mi mayor influencia son los Encinas y no tardando explicaré por qué. No obstante es totalmente halagador, lo reconozco y me encanta; ser leído es lo más bonito que puedo imaginar. Y si encima, hay gente a la que le gusta, -a algunos incluso podría decir que mucho- mejor, porque siempre he pensado que escribir es pensar. Y quien te dice: ¡Qué bien escribes!, lo que quiere decir es ¡Qué bien piensas!, es decir, en último término: ¡Me encanta quien eres! Y he de reconocer que no estoy acostumbrado a ello en los últimos tiempos.

Hay algunos datos que quiero compartir con vosotros; en estos cinco meses y medio, habéis leído mis textos desde setenta países. Cosas de internet y de la emigración, quiero suponer, porque el dato es verdaderamente impresionante y me sonroja llegar a tantos lugares. Evidentemente, gracias a vosotros y a vuestras recomendaciones, a las redes sociales, al poder de la recomendación, etc. se consigue poder ser leído en todo el mundo, aunque sea por una sola persona como en los casos de Corea, Libia, Bolivia, Islandia, Rumania, Maldivas, Malasia, Vietnam, Marruecos, Kenia, Emiratos Árabes, Venezuela, El Salvador, Taiwan, Nicaragua, Isla de Man, Japón, India, Argelia o Serbia o por más de trescientas en el caso del Reino Unido o Estados Unidos. Entre medias, otros cincuenta países. Sin comentarios. Pues eso. Pues vale.

En estos ciento sesenta y seis días, me habéis leído más de catorce mil veces y compartido en redes sociales en más de dos mil ocasiones. Realmente jamás esperé esto, es verdaderamente satisfactorio y ponéis el listón muy alto. Espero estar a la altura, aunque sinceramente me conformo con estar, con ser aquí y ahora. Por si tenéis curiosidad, los cinco posts más leídos por vosotros han sido, en este orden:

· Carta de amor y de pena a Valladolid (I)

· Carta a un idiota cualquiera

· Manual de Supervivencia (Hi-class)

· ¡Cómo ibas el otro día!

· A tí que lo estás pasando mal

He escrito treinta y cinco veces (y otras tres que decidí eliminar por el camino porque no me gustaban). Muchos artículos están guardando reposo aún, porque algunos me decís que escribo demasiado y que no os da tiempo. Así sea. Mejor que te echen de menos a que te echen a secas.

No es momento hoy de entrar en más. Solamente gracias a todos los que me leéis; con que alguno haya pensado un poco en algo de lo que he escrito, habrá valido la pena. Y a aquellos que me criticáis despiadadamente, deciros que tenéis toda la razón. Haceos un blog y juro leeros.

Feliz año. Y feliz vida.

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